”El mensaje de la cruz es una locura para los que se pierden; en cambio, para los que se salvan, es decir, para nosotros, este mensaje es el poder de Dios. Pues está escrito: «Destruiré la sabiduría de los sabios; Frustraré la inteligencia de los inteligentes.» ¿Dónde está el sabio? ¿Dónde el erudito? ¿Dónde el filósofo de esta época? ¿No ha convertido Dios en locura la sabiduría de este mundo? Ya que Dios, en su sabio designio, dispuso que el mundo no lo conociera mediante la sabiduría humana, tuvo a bien salvar, mediante la locura de la predicación, a los que creen. Los judíos piden señales milagrosas y los gentiles buscan sabiduría, mientras que nosotros predicamos a Cristo crucificado. Este mensaje es motivo de tropiezo para los judíos, y es locura para los gentiles, pero para los que Dios ha llamado, lo mismo judíos que gentiles, Cristo es el poder de Dios y la sabiduría de Dios. Pues la locura de Dios es más sabia que la sabiduría humana, y la debilidad de Dios es más fuerte que la fuerza humana. (1 Corintios 1:18-25)
Este pasaje es muy claro cuando nos explica que uno no se salva por la sabiduría de los hombres, sino por la predicación de la cruz.
Lamentablemente, muchos piensan que el propósito de la apologética es ganar un debate y salir vencedor y tal vez mostrar un poco de inteligencia en nuestro nombre. Esta mentalidad es la causa del orgullo y el deseo de estar en lo cierto. Un verdadero creyente usa su estudio para llevar a otros a Cristo y compartir la maravillosa gracia y el amor de nuestro Padre celestial.
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