Sin embargo, no se alegren de que los espíritus se os sujetan, sino regocijaos de que vuestros nombres están escritos en los cielos”. (Lucas 10:20)
Muchas veces nuestra alegría viene cuando vemos el fruto de nuestras buenas obras o ministerios. Pero nuestro ministerio o trabajo nunca debe ser lo que determina nuestra alegría o gozo.
Lo único que debe determinar nuestra alegría es nuestra relación con Cristo. Pablo lo describe así en (Filipenses 3:8), “Es más, todo lo considero pérdida por razón del incomparable valor de conocer a Cristo Jesús, mi Señor. Por él lo he perdido todo, y lo tengo por estiércol, a fin de ganar a Cristo”
Los animo, regocíjate en Cristo y no en los resultados de tu ministerio.
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